sábado, 27 de abril de 2013

Prólogo de "Ambrosía"






En diálogo directo con el soneto del Siglo de Oro español, como así también con sus herederos, la poesía de Jesús Trodler reunida en Ambrosía, incursiona en la maravillosa forma ejercitada por los padres españoles, pero aportándole la frescura de un contenido ligado a las vivencias cotidianas. El autor tematiza lo bello de lo simple, en contraste directo y con referencias concretas al mundo grecolatino.


El amor y el tiempo serán sus ejes temáticos. Así en “A un
viejo árbol”, el yo poético se yergue empático con ese ser
natural que permanece inmóvil - aunque no inmutable- a
las inclemencias del entorno; es su alter ego, pero en él la
raíz que lo sostiene es el deseo melancólico que ha crecido
en la tierra fértil de la desdicha. Ambos viven sin otro
registro que el del paso del tiempo.


“¿Y cuántos años más irás sintiendo/ el sol en tu coraza y
aquel viento/ que viste y te desviste, sin permiso?//
De a poco ya los dos, vamos muriendo/ tan solos como
nadie, qué cruento/ser sólo un gris detalle de este piso.”


Hay cierta tensión entre la elección de sus temas, a veces
muy simples, y la forma rebuscada del soneto, como en ”A
Don Ramón de Almagro” o “Soneto a la cerveza”.

Por otra parte, el poeta maneja con habilidad la rima
cruzada y los logrados encabalgamientos...


 “Qué no hay matices ni colores, suelen/ decir que sólo existe
un infinito/ vacío que llenando como pueden,//
dibujan nuestras caras con un grito;”
“Actus Mortis II”


Trodler propone la captación del instante como un modo
de garantizar la permanencia, de hacer presente la
experiencia del amor ligado al placer y a la felicidad, licuada
por el tiempo y sus sucesivas muertes. La mujer es una
soberana indiferente, ida y reclamada, revivida por el poder
de la memoria y de la permanencia en los objetos. La mujer
es pasado de luz y presente de oscuridad. Es la justificación
misma del descenso a los infiernos.


“¡Cómo mueve el amor, te desespera!/ Te lleva a ser valiente,
a ser suicida/ y hundirte en la tortuosa madriguera.”
“Pero yo haría lo mismo”


Finalmente, habiendo apenas ingresado en el mundo
explorado por el poeta, quisiera destacar la reflexión que el
autor propone sobre la propia tarea de escritura. La clave
para entender su poesía como una unidad que busca su
realización en la proyección de un deseo. Trodler dice, y
cuando dice, suelta sus pájaros negros a volar. El que mira,
lee ese vuelo y comprende el signo oscuro que lo marca.
Pero ve también -y no es un dato menor- que ES vuelo.


“Y todas esas cosas que nos mueven/ a escribir por librarnos
de las penas;/ soñar con un lugar en donde vuelen//
las almas como pájaros; y escenas/ de sueños y de amores
que no duelen:/ es eso lo que corre por mis venas.”


Diana M. Regueira Gómez